Durante mucho tiempo tuve muy claro cuál iba a ser la portada del libro. Quería algo muy sencillo. Algo que llamase la atención precisamente por la ausencia de elementos. El «menos es más» llevado al extremo. Y acabé con esto:

De hecho, gracias a mi buen amigo Matías y a una maquetación express de un manuscrito en versión beta por parte de Silvia Calavera, pude ver convertido por primera vez un documento de texto en un libro de verdad. No sabéis la ilusión que me hizo. Fue como si se materializase aquello en lo que había estado trabajando durante más de un año. Y fue emocionante.

Las opiniones de los que tengo más cerca estaban alineadas con mi idea inicial: «Menos es más». «Que esté vacío obliga a abrirlo». «Te hace querer saber». Y todas eran válidas pero, ¿dónde se iba a encontrar un posible comprador mi novela? ¿En una estantería de El Corte Inglés o de La Casa del Libro? Lo cierto es que quizá en ese medio pudiera funcionar, pero mi realidad, por suerte o por desgracia, era otra. A no ser que tuviera un golpe de suerte, ¿dónde era más probable que pudiera venderse La Única Verdad? Exacto, autopublicado en Amazon.

Hice pruebas. Capturé los listados de libros más destacados (que presentaban las portadas a mayor tamaño) y también otros, tanto en mi portátil como en el móvil. Lo cierto es que la portada ahí no funcionaba. Ni siquiera se podía leer el título. No era más que una mancha negra rodeada de libros en los que, en el 100% de los casos, se distinguía perfectamente cualquiera de los elementos de la portada. Y ante este tipo de situaciones hay dos caminos: Ser transgresor y hacer algo diferente al resto, o entender que si algo se hace así es porque, por definición, suele funcionar mejor. Era evidente que lo primero solo funciona en un muy pequeño porcentaje de los casos. ¿Un ejemplo? Supermarket.

Sin embargo parecía más sensato recorrer el mismo camino que otros ya han probado durante muchos años y que saben que funciona. En definitiva: Tenía que cambiarla. Tenía que funcionar en tamaños pequeños.

Tras llegar a esta conclusión, empecé a identificar los elementos que quería que formaran parte de la portada:

  • Necesitaba que apareciera una chica.
  • Que tuviera movimiento, que representase la acción que sucede dentro del libro.
  • Que la Tokyo Tower hiciera acto de presencia, ya que es un elemento importante en la trama.
  • Que de alguna manera, la inteligencia artificial estuviera representada.

Y todo eso sin olvidar que se trata de un libro de ciencia ficción. Una categoría que no suele estar entre los libros más vendidos ni en librerías ni en Amazon, aunque es cierto que hay dignas excepciones como los clásicos Philip K. Dick, Arthur C. Clark, Carl Sagan o Frank Herbert o los actuales Ted Chiang, Cixin Liu o Ann Leckie. Con lo cual el reto para hacer una portada que funcionase era un poco más grande si cabe.

Traté de hacer una búsqueda de imágenes libres de derechos en Unsplash que poder usar. Llegué, después de un tiempo, a algunos elementos que me parecieron interesantes.

Fue entonces cuando entendí que, de nuevo, iba a necesitar ayuda. Se usar Photoshop a un nivel muy básico y, si quería maquetar algo que tuviera gancho no iba a poder hacerlo solo. Por tanto volví a comprometer a gente con talento que tengo cerca. Le pedí a mi buen amigo Ángel si podía echarme una mano y le conté lo que pretendía, pasándole el material que había ido encontrando. El tío captó lo que buscaba al vuelo, y horas más tarde me entregó una primera versión que prometía:

Sobre esta versión trabajé cambiando la torre de Tokio, y añadiendo unos pequeños detalles, llegando finalmente a esta versión:

Ya tenía casi todo lo que necesitaba. Aparecía una chica, transmitía movimiento y acción, un reto por descubrir, y la torre de Tokyo hacía acto de presencia. Tan solo me faltaba un elemento importante: La Inteligencia Artificial.

Pensé que era apropiado que, ya que la IA es un elemento importante en la trama del libro, tuviera el peso adecuado en la portada, siendo parte de la carta de presentación del mismo.

Lo conseguí con una técnica denominada «Transferencia de estilo». No voy a entrar en detalles sobre este proceso, pronto haré un post explicativo sobre lo que tuve que hacer para conseguir el efecto deseado, pero el resultado, finalmente, ha terminado siendo la imagen de la portada:

Podéis ver una comparativa entre ambos pasos aquí:

No sé qué opináis vosotros, pero yo quedé muy contento con el resultado. La portada tiene ritmo, y lo más importante, creo que se lee bien y destaca en tamaños pequeños.

Aún así, la única forma de saberlo es ponerlo todo en marcha y ver qué tal funciona. La portada no es más que un elemento de los muchos que componen la estrategia que estoy diseñando para tratar de maximizar la llegada del libro. Este blog que estás leyendo es otro elemento. Poco a poco iré contando mi idea final y cómo la estoy llevando a cabo.